Ganar el juego al estrés
El estrés es hoy en día un compañero de nuestra propia existencia
Experimentamos estrés como signo de alarma ante lo que nos produce incomodidad o sufrimiento. En este sentido las prisas, la exigencia de soluciones inmediatas, los reclamos a responder de manera productiva y efectiva, los modelos sociales para conseguir, así como las situaciones vividas como traumáticas, suelen producir sensación de estrés.
La manera de abordarlo, de combatirlo o de convivir será singular. Cada persona vivirá las situaciones estresantes de manera única y responderá, en relación con sus vivencias pasadas, los recursos defensivos de los cuales dispone, su estructura psíquica y las circunstancias que lo determinan.
El estrés en sí mismo, no es ni bueno ni malo, lo que importa es el grado de disgusto que produce y los efectos que puede tener en cada sujeto. Cuando la exigencia y la molestia provocadas resultan tolerables favorecen situaciones creativas que acaban en una sensación de satisfacción por el mérito conseguido o por el resultado obtenido tanto a nivel personal, intelectual, artístico o profesional.
Por el contrario podría producir un grado significativo de sufrimiento a quien lo padece, con importantes consecuencias en varios aspectos de su vida.
El humor, el ritmo de sueño, la capacidad de concentración, la ejecución de las tareas, la alimentación, el funcionamiento o el deseo sexual pueden alterarse sin que la persona consiga actuar eficazmente para resolverlos, provocando sentimientos de angustia, crisis de ansiedad, miedos de gran intensidad o bien somatizaciones diversas.
Consultar un/a psicólogo/oga permite, dentro de un espacio psicoterapéutico y de confidencialidad, descubrir las causas que provocan las vivencias estresantes y poder hacer algo diferente que canalice de manera positiva el sufrimiento, la incapacidad de acción, el miedo o la insatisfacción causadas por el estrés.