Entrevista a Josep Lloveras, traumatólogo
Por sus manos han pasado deportistas con patologías de toda clase que le han permitido adquirir una valiosa experiencia para discernir, con conocimiento de causa, sobre la estrecha relación entre deporte, lesiones, soluciones y recuperaciones.
"Hacer deporte es un seguro de vida"
¿Por qué decidició dedicarse a la medicina?
Cuando era pequeño coincidía en la piscina del Club Natació Banyoles con una persona que después fue un muy buen amigo, el doctor Felip Sánchez Babot, Pipe, uno de los promotores de la 'travessia de l’Estany' y el primer vencedor histórico. Él ya era mayor y yo todavía era un jovenzuelo, y pensé que aquel hombre vivía muy bien trabajando de aquello que trabajaba. ‘Tienes que dedicarte a lo que hace este hombre porque si así lo haces, vivirás tan bien como él’, me dije.
¿Es traumatólogo por vocación?
No exactamente... A mí me gustaba mucho la pediatría, pero me fui a un pueblo durante dos años a hacer de médico y durante este tiempo estudié para sacarme el MIR (Médico Interno Residente). Una vez aprobé, resultó que aquel año en Girona no había plazas de pediatría. Solo había en la Vall d'Hebron, en Barcelona. Como mi mujer ya estaba embarazada, me decidí por una especialidad que hiciesen en Girona. La alternativa a traumatología era anatomia patológica y, como los muertos no me gustan, opté por la primera opción.
En verano, mucha gente reanuda la actividad física intensa de golpe y sin control... ¿Craso error?
Pues sí, y mucho más trascendente de lo que parece. Vayamos po partes: lo que deberían de hacer todas las personas, practiquen o no practiquen deporte, es someterse a controles médicos periódicos, pero los que hacen deporte tienen más motivos para ponerse en manos de un cardiólogo o bien un médico deportivo porque existen patologías que pasan desapercibidas y que pueden llegar a ser trágicas. Digo esto y me viene a la memoria el doctor Carles Amagat, quien murió durmiendo por un problema del ritmo cardíaco. Es esta muerta súbita la que nos debe obligar a ser prudentes y a realizarnos pruebas médicas periódicamente.
En el momento de correr, ¿son las rodillas las que más sufren?
Con el impacto, las articulaciones de carga son las que más reciben, efectivamente. Es muy importante disponer de un buen calzado que esté bien acolchado. También es importante programar circuitos que pasen por terrenos naturales porque son más blandos y los impactos no son tan intensos, y también modificar la orientación de salida y de llegada para evitar siempre las mismas cargas. Por último, evitar el sobrepeso...
Además, cualquier cambio brusco de intensidad debería hacerse de manera progresiva...
Siempre que se lleve a cabo un cambio de intensidad en el entrenamiento debe de hacerse de manera progresiva. Puede pasar que, de entrada, nos encontremos fantásticamente bien y que seamos capaces de completar tres vueltas a l’Estany, pero en 3 o 4 días pagaremos las consecuencias. La cadencia correcta es: empezar caminando, luego caminar rápido, en tercer lugar, hacer una carrera moderada y, por último, correr cuando ya se hayan alcanzado las condiciones físicas adecuadas. Todo ello, teniendo en cuenta que cada persona y cada edad tienen sus limitaciones. La misma lógica se debe de aplicar también a las distancias.
¿Cuáles son las principales lesiones que se pueden producir corriendo?
Las hay de muchos tipos. Las traumáticas son aquellas que se originan por un mal movimiento del tobillo o de la rodilla, una caída, un trompazo. No son intrínsecas de correr, pero se suelen producir con mucha asiduidad. Después están las sobrecargas provocadas por un correr incorrecto. Y para terminar encontramos las patologías que estaban latentes y que, de repente, se manifiestan; aquellas que nadie sabe que existen y aparecen cuando la intensidad y la frecuencia de la exigencia física aumentan.
¿Qué porcentaje de lesiones de este tipo se solucionan?
Focalizando bien la recuperación de la lesión y reorientando el entrenamiento del paciente, se solucionan casi todas. Actualmente somos menos agresivos y menos intervencionistas en el momento de solucionar patologías como por ejemplo la de las rodillas o los meniscos. Nos hemos pasado al conservadorismo. Para el deportista, que siempre tiene prisa para volver a la actividad, las recuperaciones son muy lentas. La clave es no ponerse nervioso y darle tiempo al tiempo.
La conclusión es clara: el deporte es salud.
¡Por supuesto! Y esto vale para todas las edades. El deporte es un seguro de vida. A las personas adultas las mantiene en una situación de confort personal, de bienestar. Y a los niños y a las personas jóvenes, les hace un favor des del punto de vista físico, de la salud y... social. Les ayuda a crear un sistema cardiorrespiratorio muy potente para el futuro, les refuerza toda la musculatura y las articulaciones, pero también les aparta de ambientes perjudiciales. El deporte es un elemento esencial para conseguir que los niños y las niñas huyan de esta lacra de la sociedad que son los malos hábitos, las malas compañías, y evitar que entren en una dinámica incorrecta de comportamiento y de vida.
No le falta razón...
Y aún diría más: por mi experiencia personal de haber tratado muchos deportistas durante muchos años, tengo la percepción de que los niños que practican algún deporte saben gestionar mejor su tiempo y que tienen una autodisciplina que los niños que no practican ningún deporte no tienen. Y eso incide también en el ámbito académico, en el cual también son mejores.