La importancia de oir
Sentir es comunicar
Todos nuestros sistemas sensoriales son esenciales para disfrutar de una vida en plenitud, pero la audición es clave para la comunicación humana.
La hipoacusia o pérdida de audición afecta aproximadamente al 40% de los mayores de 65 años denominándose en este caso Presbiacusia y tiene una gran repercusión en la autonomía de la gente mayor llegando a limitar sus oportunidades para ser un miembro activo en la sociedad.
La carencia de audición puede producir cambios en la percepción y en la personalidad como introversión y aislamiento..
Cómo es conocido por todos, el grado de hipoacusia es muy variable entre personas y esto depende de factores genéticos, ambientales (ambientes laborales ruidosos, tabaco) y/o sufrir enfermedades que pueden empeorar la pérdida auditiva como la hipertensión, la diabetes, la dislipèmia o la enfermedad de Alzheimer entre otras.
La presbiacusia acostumbra a iniciarse de forma insidiosa y va empeorando progresivamente de forma que a menudo son los familiares los primeros en detectarla. Por parte del paciente se manifiesta como una dificultad para entender la palabra, sobre todo en lugares donde predomina el ruido de fondo o en conversaciones grupales, hecho que puede favorecer el aislamiento de la persona.
En algunos casos se acompaña de acúfenos, un ruido que percibe únicamente el propio paciente y que es resultado de un mal funcionamiento en algún punto de la vía auditiva. Este síntoma puede llegar a ser más molesto que la propia pérdida de audición.
Es muy importante recalcar que no todas las personas grandes con una carencia de audición sufren de Presbiacusia y que por tanto es fundamental un cuidadoso examen de la oreja y de todos los diferentes componentes de la vía auditiva puesto que un porcentaje no despreciable de problemas auditivos tienen un tratamiento médico o quirúrgico en algunos casos muy sencillo.
Una vez descartadas todas las causas potencialmente tratables médicamente la otorrinolaringólogo tendrá que valorar si la persona es una buena candidata para la adaptación de un aparato auditivo (generalmente cuando se supera una pérdida de 40 decibelios) que se puede complementar con otros tratamientos o dispositivos de ayuda auditiva como amplificadores, avisadores luminosos o infrarrojos para los televisores. Quedan reservados para un seleccionado número de pacientes con pérdidas graves y que no se pueden beneficiar de audífonos, los implantes cocleares, que funcionan estimulando las células remanentes en el caracol directamente con unos electrodes.